Jesús Morales Bermúdez
CESMECA‒UNICACH
Sobre la novela. Me gustaría comentar unas pocas cosas, no exhaustivas, a partir de mi experiencia de lector:
1).- Haber disfrutado un par de lecturas, de corrido:
● El ejercicio narrativo es de mucha solvencia, ocupando una construcción y lenguaje limpios, apasionados
● El equilibro alcanzado al ofrecer el relato a través de 41 capítulos breves, casi medidos en sus párrafos, en su extensión
● Con ello, el autor da muestra de una decisión formal precisa, no dejando nada al azar, sino mostrando un producto de orfebrería a través de un aparador transparente (no a las posibles confusiones)
2).- Dentro de la apuesta formal el lector puede asomarse una decisión narrativa sencilla pero compleja:
● Uno, dos y más narradores: uno, omnisciente, que lleva la voz cantante; algún interlocutor, quien toma la voz para referir algún sucedido; el propio autor, entrado al relato en funciones de reportero o estudioso para dar cuenta de entramados simbólicos o de tinglados del poder
● Hilar figuras de mujeres en la cotidianeidad con figuras emblemáticas de las mitologías griega y mesoamericana: Circe, por ejemplo, o Penélope, o Coatlicue (p.e.: Sanadora del Centro histórico CDMX). Un recurso que les confiere perennidad a sus personajes y muestra la actualidad de personajes de relatos centenarios, milenarios: tan entramados en el retro de formas culturales
● Concebir una construcción circular de la novela, para leerla de principio a fin o de fin a principio
● Dar cabida a narración y diálogos, uno de sus logros para ofrecer fluidez, sabrosura
● A la sabrosura contribuye también el uso adecuado de variables de la lengua, culta para el narrador, popular en muchos diálogos, con expresiones propias del voseo chiapaneco y de los decires chilangos
3).- Parte sustancial de la novela, desde mi lectura:
● Un interés testimonial del autor: quisiera entregar una especie de memoria de sucedidos y formas de ser en una entidad particular (chiapaneca, sin duda). Mostrarse, también, como etnógrafo, registrando formas arcanas de prácticas simbólicas, religiosas, culturales, vía la mirada de un extranjero. Dentro de ello, una memoria de amor‒odio por formas arcaicas de vida, tensión por desigualdad social, discriminación, explotación. Hace notar la mirada de un sociólogo o las preocupaciones de un sociólogo: entromete frases ácidas, juicios acervos.
Le confiere riqueza de registros rurales, pueblerinos, urbanos
● Un relato en torno al poder
● El poder en su origen: elemental, divino, originario desde el ser de la mujer, desde el cuerpo de la mujer‒el elemento mistérico
● El cuerpo femenino es origen del eros, de la vida, de la voluptuosidad, sus bienes y sus excesos, emana ser, dominio, razón y sinrazón de la existencia
● Las mujeres forman al hombre desde la generosidad su sexo: llámese Hortensia, Bromelia, Petrona, la morena de Tenayuca…, Shalo, lo vuelven dúctil al ser del poder o para el poder político
● El poder político y su ejercicio conlleva muerte y ambigüedad: Teófilo Figueroa lo figura, su homosexualidad pierde el ser de Idelfonso, el protagonista de la novela, por su parte, padre de Mácula, la mujer quien cierra el círculo poderoso, vital, erótico, desbordado de una novela vivificante
4).- El final: un cierre trágico
● No hay salida frente al poder, como no sea la de la muerte y el origen de nuevo: Primero, Ildefonso, protagonista, de ambigüedad humana, sexual, a lo largo de su trayectoria, hasta el posible incesto
● Segundo, Bromelia, la flor siempre abierta, como la flor de su nombre, quien en su ser abierta termina por deglutir a su amante
● Tercero, Mácula: Ruptura de la tragedia: Inmaculada concepción de lo nuevo, desde su onirismo, desde su decisión implacable, sus actos Mácula al ver nacer el mundo nuevo y hacer nacer el mundo nuevo desde su propia caída y la aceptación de su caída: ser Mácula y ya no inmaculada, y caminar oronda hacia lo incierto.
San Cristóbal de Las Casas
Julio 7 de 2023