Educación indígena. Cuatro miradas sobre el diálogo intercultural. Notas sobre un conversatorio

Por Miriam Rosas Báez

El 17 de noviembre pasado se llevó a cabo en La Enseñanza, Casa de la Ciudad, el conversatorio Educación indígena. Cuatro miradas sobre el diálogo intercultural. Experiencias del nordeste de Brasil y del sureste de México, donde participaron la Dra.
Clelia Neri Côrtes, de la Universidad Federal de Bahía, Brasil; el Dr. Ramón Pérez Ruiz, investigador y profesor tsotsil actualmente director de una escuela primaria estatal; el Dr. Axel Kölher, antropólogo visual del CESMECA-UNICACH, y el maestro en antropología social Raúl Gutiérrez Narváez, de la Red de Educación Inductiva Intercultural (REDIIN), bajo la coordinación de las Dras. Ma. Elena Martínez Torres, del CIESAS Sureste, y Ma. Luisa de la Garza Chávez, del CESMECA-UNICACH.

Los temas que se tocaron en esta actividad, organizada por el Cuerpo Académico “Estudios Críticos en Comunicación, Política y Cultura”, del CESMECA, fueron altamente relevantes y fue por demás participativo y enriquecedor el diálogo que se desarrolló entre las y los exponentes y quienes asistieron. Uno de los planteamientos iniciales fue el de problematizar el término de “interculturalidad”, promovido desde el sistema educativo y político, porque aún sostiene ciertos propósitos integracionistas y homogeneizantes hacia los pueblos indígenas de México. Para contrarrestar tal modelo educativo, el maestro Raúl Gutiérrez compartió que, a lo largo de sus años de experiencia, ha visto la creación de alternativas de formación para las infancias, como la Red de Educación Inductiva Intercultural, que tiene presencia en Oaxaca, Chiapas, Michoacán, Puebla y Yucatán. Contó que esta iniciativa surgió a raíz del levantamiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, como una forma de transformar la educación hacia un modelo abierto más pertinente y plenamente autónomo, cuyos fundamentos beberían de los proyectos pedagógicos indígenas de la Amazonia peruana. El maestro Raúl terminó su
participación recordando que ese día, 17 de noviembre, se cumplían 40 años de la fundación del EZLN.


El Dr. Ramón Pérez Ruiz abonó al debate sobre la interculturalidad explicando que en tsotsil no existe el concepto como tal, y abundó en las exigencias lingüísticas que enfrentan las personas mexicanas para quienes su primera lengua no es el castellano,
exigencias que los hispanohablantes no padecen ni reconocen lo que entraña. Comentó que la valoración de este bilingüismo ha empezado a cambiar, al menos en el discurso; que hoy se habla de que la educación intercultural no es únicamente para “los indígenas” y que el sistema se comienza a abrir hacia una mayor contextualización y diálogo de saberes. Nos recuerda que “todos tenemos derecho a ser diferentes si somos iguales” y que sería difícil hablar de igualdad si no se cuestiona la relación asimétrica entre las culturas. Por ello, el Dr. Pérez Ruiz invitó a ser cuidadosos con los discursos y contenidos de los libros de texto, considerando no sólo las palabras en prosa, sino también los poemas y canciones, así como los dibujos y, en general, las imágenes.


El Dr. Axel Kölher, desde su trabajo con los medios audiovisuales como académico y activista, trajo a la discusión la labor del Movimiento para la Defensa de la Vida y el Territorio (MODEVITE, que estaba también de celebración porque en los días siguientes cumplía diez años) y sus demandas sobre los derechos de autonomía, especialmente el poder elegir a sus propias autoridades. Su colaboración con el gobierno comunitario de Chilón, Chiapas, desde 2020 surgió con la finalidad de cocrear conocimiento a partir de un diplomado que denominaron “educación agro-eco-visual para la autonomía y la vida digna”, dirigido a jóvenes tseltales. La apropiación de los medios audiovisuales fue uno de los principales objetivos, además del aprendizaje del lenguaje técnico y audiovisual para promover y fortalecer la descolonización de la mirada, así como la producción de materiales hechos por mujeres y niñas.

En último lugar de la ronda de exposiciones, la Dra. Clelia Neri compartió su experiencia de 40 años en el contexto de la educación hecha por y para indígenas en Brasil, la cual se ha nutrido también de organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales y de la sociedad civil desde 1964, fuertemente impregnada del pensamiento de Paulo Freire. El avance de este tema en Brasil es vanguardista en América Latina. La Dra. Clelia además nos compartió su libro Educação escolar indígena: resistência ativa e diálogos interculturais, y sintetizó el valor de la labor educativa con la siguiente frase «La educación es como el viento, que únicamente cuando pasa las personas sentimos si ha sido malo o bueno».

De entre el público, maestras, maestros y directivos en servicio o jubilados tomaron la palabra. Sus experiencias, inquietudes e incertidumbres reflejaron su vocación y el interés por renovar el modelo educativo desde una postura crítica y autorreflexiva.
Por ejemplo, una maestra de nombre Lupita argumentó que los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana, aunque abordan supuestamente la interculturalidad crítica, siguen folclorizando la diversidad de los pueblos de México y sus culturas. Por su parte, una maestra de matemáticas llamada Herminia habló sobre el racismo que se vive en las aulas y las maneras en que el profesorado, con su libertad de cátedra e individualidad, puntualmente trata de superar dichas prácticas; no obstante, se preguntaba cómo lograr una educación intercultural si el racismo estructural se sostiene en el sistema educativo.


Entre otros comentarios, se insistió en que hemos de revalorar el modelo educativo autónomo del EZLN, pues a partir de la horizontalidad y contextualización de losconocimientos se abordan los procesos formativos desde otras maneras de vivir, de
pensar y de sentir. En ese sentido, la interculturalidad institucional y sus políticas educativas, al no tomar en cuenta la diversidad de formas de percibir el mundo, reproduce una sola ruta de generación de conocimiento y desplaza otras, señalándolas
como “imaginaciones” o temas “sobrenaturales”.

Una de las experiencias más sensibles que se compartieron fue la de un profesor jubilado huixteco, que comentó la formación “triste” que recibió en la escuela cuando era niño. Gracias a misioneros extranjeros, contó, él aprendió a leer y a escribir en su lengua, el tsotsil. Cuando llegó a San Cristóbal a continuar sus estudios, afortunadamente “no todos los maestros discriminaban” y le enseñaron a leer y a escribir español; con todo, le decían insistentemente que tenía “problemas de lenguaje” porque sus maestros ignoraban que en tsotsil no existen los fonemas “f” o “g”, razón por la cual él tenía una pronunciación singular. El profesor continuó sus estudios hasta egresar como docente de la normal. Su primer trabajo fue prácticamente imposible, pues lo enviaron a una escuela purépecha, donde no se entendía con sus estudiantes. Consiguió que lo regresaran a Chiapas (a Chenalhó), aunque ahí también se encontró con mucho desconocimiento, ya que las y los niños no hablaban ya prácticamente el tsotsil y los maestros no profundizaban en el conocimiento de los pueblos. El profesor comentó que pareciera que la interculturalidad es “una tierra prometida” porque todavía no nos conocemos desde las diferentes culturas, y reiteró que “no se toman en cuenta las cosmovisiones, los mundos y las miradas” porque los mismos profesores no están integrados en el grupo social.

En un par de intervenciones se nos invitó a pensar qué tipo de educación estamos impartiendo desde nuestro posicionamiento político y de vida, analizando nuestras acciones y el contenido que reproducimos en el aula, y reconoció que para ello a veces es necesario renunciar al libro de texto. Algunas de las sugerencias y comentarios finales de las y los ponentes estuvieron relacionadas con la inquietud de que el modelo educativo de la Nueva Escuela Mexicana, el cual ha retomado elementos de las escuelas autónomas, no se quede en el discurso y más bien se logre avanzar de una idea de “conflicto intercultural” hacia una “ecología intercultural”, como lo indicó el maestro Raúl Gutiérrez.

Es importante que la educación intercultural deje de promover que las y los estudiantes renuncien a su lengua y cultura. Para ello es necesario que el profesorado cuente con una formación de calidad, que el currículum se diseñe “desde abajo”, visibilizar
los saberes locales e integrar a las familias, madres, padres, abuelas(os) como potenciales docentes, entre otras propuestas. «Algo se puede hacer», dijeron; y reiteraron que “aunque parezca un objetivo inalcanzable, “hay que seguir luchando”.

 

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